Sería bueno que alguna vez dejase de serlo.
Me desperté y levanté COMO SIEMPRE. Después de asearme, vestirme y desayunar salí de casa como siempre. Me dirigí, CÓMO SIEMPRE, a la parada del autobús. Cuando llegué había allí varias personas, COMO SIEMPRE. Como siempre deseé los buenos días a todos los que allí se encontraban y COMO SIEMPRE no recibí contestación por parte de nadie. Ahora que no tengo ni 1 euro, y es cuando más necesito a los bancos, me senté en el que hay en la parada COMO SIEMPRE.
Un momento después se acercó un perro y olfateando el suelo permaneció un tiempo en el que llegaron otros de diferentes tamaños y razas. A medida que se iban reuniendo se acercaban unos a otros oliéndose y lamiéndose, incluso ladrándose de forma cariñosa, con ladridos suaves sin importar tamaño o raza; aunque no entiendo el lenguaje perruno intuí qué algo se dirían.
Cómo todavía faltaba tiempo para llegar a mi destino me dio por meditar todo lo que había observado desde mi salida de casa. Cuando comparé comportamientos me di cuenta de la diferencia del comportamiento de los perros, con el comportamiento del autobús con el semáforo y el comportamiento de las personas. ¡¡¡ Qué diferencia¡¡¡ Aunque en este caso, como animal racional, prefiero el comportamiento de los perros.
¿Y tú?
Como siempre, este razonamiento es el que tenía Diógenes de Sínope, al que le conocían en Atenas como el "kinikós," en nuestra lengua el "perro", el primer perroflauta de la historia al que le gustaba ir desnudo en mitad de la gente arropada, cuestionando todas las convenciones sociales y que vivía y dormía en una tinaja en la plaza de la ciudad y se rodeaba de perros (puesto que se fiaba mucho màs de estos que de los hombres). Hacía buena la màxima "no es feliz el que màs tiene, sino el que menos necesita". Iba con un candil por la ciudad buscando al "hombre". Un hombre que parecía no encontrar nunca entre sus conciudadanos atenienses. Me ha encantado tu historia y me ha recordado al viejo cínico Diógenes de Sínope y por eso te felicito por compartirla con nosotros Enrique. Seguiremos atentos a tus interesantes y evocadoras narraciones que nos llevan a pensar en el sentido de nuestra existencia: pura filosofía.
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