Me fui de vacaciones a Fuengirola tranquilamente con mi silla normal. Me fui de paseo un día, un sábado, y noté un poco rara la silla. Me hacía curvas, se torcía, no iba recta. Empezó a oler a quemado. Llamé a mi hermano y le dije: "Fer, se ha quemado la silla". Me dijo que oía a quemado por los espetos de sardinas que son muy típicos de allí. ¡Pero era la silla! Tocaron por debajo y estaba quemado completamente. Apagamos la silla, la pusimos en manual y empujando y empujando llegamos al hotel.
Ayer, a primera hora de la mañana, ya en Madrid, nos fuimos a la ortopedia. Tras la revisión certificaron que había muerto. Pensábamos que tenía sólo 2 ó 3 años ¡Pero tiene cuatro! Ahora tenemos que preparar los papeles con el médico rehabilitador para que me den otra silla. El sábado creo que podemos ir a por ella. La próxima vez tengo que estar preparada y pedir la silla antes para que no me vuelva a pasar lo mismo, que se rompa y no tenga otra. Me han dejado una de Apam y aunque no estoy muy cómoda, es lo que hay, por lo menos puedo moverme.
Lau
Madre mía, vaya con la silla que se acaba quemando a los cuatro años. Bueno, paciencia amiga, todo se acaba arreglando. En cuanto al artículo muy bien relatado todo. Me encantan los artículos en los que nos cuentas lo que te pasa. Un abrazaco y un consejillo:Nunca pierdas la sonrisa.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
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