Muy a mi pesar quiero seguir hablando de la lacra que es el bullying. Este fenómeno ha venido creciendo en los últimos años, no solo en número de casos sino también en sus formas. Más de 1 de cada 10 estudiantes españoles fue víctima de acoso el pasado año. Las nuevas formas de relacionarse de los jóvenes en el entorno digital ha hecho que el bullying salga de las aulas, llegue hasta las casas de lo niños y vaya con ellos a todas partes en el bolsillo del pantalón. El estado tiene, desde hace años, en funcionamiento un teléfono contra el acoso escolar, número que atendió 12.799 llamadas entre noviembre de 2017 y octubre de 2018. La cifra supone un descenso respecto al mismo período del año anterior, cuando se atendieron 25.366 llamadas. Esta disminución es debida, fundamentalmente, a que en ese intervalo de tiempo diversas comunidades autónomas pusieron a disposición de los menores sus propios teléfonos. La Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE), cuenta con un protocolo de actuación contra el bullying que consta de tres niveles según la fase en la que se encuentre la víctima. Nivel verde que es la prevención, el nivel naranja es el cortafuegos y el nivel rojo que es la actuación. Además, cada nivel tiene tres apartados adaptados a los padres, al alumno o al colegio. El nivel rojo, la fase más crítica, recomienda que el colegio identifique el problema entrevistando al presunto acosador y a la víctima por separado, si advierten que existe acoso se deben poner en contacto con los padres de ambos. Los jefes de estudios y la dirección del colegio no deben minimizar el problema considerándolo una discusión puntual
Marrupe
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