Jornada continua en los colegios

   La jornada intensiva ya es hegemónica en la mayoría de comunidades, y los conflictos se concentran ahora en los territorios que hasta hace unos años se le habían resistido: Madrid, la Comunidad Valenciana, Navarra, Cataluña y Euskadi. Una investigación publicada esta semana por el Centro de Políticas Económicas de la Escuela de Negocios Esade ha puesto sobre la mesa que la jornada continua, además de ser negativa para el alumnado, tiene un fuerte impacto económico en las familias, sobre todo en las madres.

   El proceso que se sigue para implantar esta jornada es el siguiente: el profesorado lo propone, si el consejo escolar lo acepta se somete a votación de las familias, y para salir adelante requiere una mayoría del censo que va del 55% en el caso valenciano al 66% en Madrid. Una vez implantado, la jornada continua es, en la práctica, irreversible, porque para cambiarla sería necesario el visto bueno del consejo escolar.

   Los docentes son los mas partidarios de este tipo de jornada porque facilita su conciliación, son mayoría. Si el resultado de la consulta es negativo, en cambio, sus partidarios pueden volver a impulsarla al cabo de tres o cuatro años. Un desequilibrio que hace que, con el sistema actual, su avance parezca inexorable.

   La opinión de las madres son distintas mientras unas piensan que es buena la jornada continuada, porque piensan que los niños tienen más tiempo libre, y puedan compaginarlo con el trabajo, lo más complicado. Luego están las madres que prefieren la jornada partida, porque dicen: "Me interesa que sea de nueve a cinco porque si salen a las dos no van a aprovechar la tarde para estudiar ni trabajar para el cole, sino para hacer el vago y estar tirados en la cama o el sofá, con el móvil o mirando YouTube. Prefiero que salgan a las cinco, vengan, merienden y se vayan a fútbol o a otra extraescolar”.

La polémica está servida.


Marrupe



Comentarios

  1. Lo que no es normal es la enorme distancia que hay entre el calendario de las empresas y el de los colegios, con muchos más festivos. Y luego dirán que los españoles no quieren tener hijos...Más bien no pueden aunque quieran. Algún día confío ver que la conciliación deje de ser una quimera. Buen artículo Sr. Marrupe!

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