La juventud y los padres

   El otro día leí un artículo en el periódico de un reputado pedagogo americano que decía que nos estamos confundiendo con nuestros hijos. Desde que son pequeños les marcamos el camino para que no se confundan y los niños tienen que equivocarse porque si no lo hacen no aprenden a rectificar.

   Somos también muy permisivos con ellos, ya que les consentimos todo. Incluso si nos vienen del colegio diciendo que el profesor se ha enfadado con ellos sin motivo nos plantamos en allí a ponerles de vuelta y media, sin preguntar antes por qué lo han hecho. Yo he estado metida en ese mundillo y los padres se han puesto muy agresivos sin saber por qué se les ha regañado. Concedan al menos el beneficio de la duda y pregunten antes de venir con la espada pisoteando a otro niño. Los padres incluso también quieren ir a hablar con los profesores cuando están en la universidad.

   Yo les diría a esos padres que no protejan tanto a sus hijos porque los profesores, en su gran parte, son vocacionales y sólo intentan ayudar a sus hijos. Quiero recordar a los padres que no es misión de los profesores educar a los hijos, eso debe traerse de casa, y que ellos están para enseñar cualquier tipo de materia y hacerla amena y atractiva para sus alumnos.

   Hay una pequeña minoría de profesores malos y yo con mi hija sí tuve una mala experiencia. Fue en tercero de la ESO. A su padre le detectaron un tumor cerebral y yo tuve un aneurisma por el que estuve a punto de morir. Mi hija que nunca había suspendido llegó esa evaluación con tres suspensos. Yo, que apenas podía andar, bajé como pude al colegio y expliqué la situación que teníamos en casa. Cuando terminé de contarlo a la tutora veo que se encoge de hombros y me contesta que a ella eso no le importa en absoluto; pero repito: eso es una minoría. Mi hija tuco suerte porque a la tutora tuvieron que operarla y la sustituyó un profesor, gracias al cual mi hija aprobó el curso. Pero aún hay más. Cuando la profesora volvió a incorporarse la llamó y le dijo: “Mira Marta, ya están puestas las notas y no las puedo cambiar; pero si yo no me hubiese ido estarías suspendida.”

   Yo a eso lo llamo ser mal profesora porque era su tutora y debía haberse ocupado más de ella. Mi hija era una estudiante brillante y cómo no iba a acusar dos enfermedades tan graves que habían tenido su padre y su madre. Tristemente su padre falleció; pero quedé yo, su madre, que aunque enferma, me hice cargo de mis hijos, que son lo más grande que tengo. A día de hoy estoy muy orgullosa de ellos porque me han ayudado en todo lo que he necesitado y están pendientes de mí. Pienso que tanto mi marido como yo les hemos educado bien.

   Creo que los profesores, en su mayoría, son buenos y no hay que quitarles la autoridad. Siempre se la he dado y cuando los hijos se portan mal con ellos hay que regañarles. ¿Cuántos casos hay ahora de padres que agreden a los profesores de sus hijos? Tenemos que hacernos esta pregunta porque cada vez hay más profesores que son agredidos. El profesor debería ser considerado una figura legal dentro de la escuela y cuando se sienta agredido poder acudir a la autoridad pertinente.

Dolores

Comentarios

  1. Me ha fascinado tu artículo. Me parece que refleja a una madre coraje y a una persona muy buena. Estoy en todo de acuerdo contigo. Yo también he tenido malas experiencias con profesores y conozco a padres que los consideran enemigos, vagos y de todo lo peor. Lo primordial es saber separar lo general de un caso puntual. Y no poner "verde" al profesor delante de los hijos, aunque no te caiga bien o aunque no compartas su método. Pedir tutorias si es preciso, como hiciste tú, pero sabiendo escuchar siempre. Mucho anián y muchas gracias. Yo tengo hijas adolescentes y darles cancha me cuesta mucho.

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