Esa paz del recuerdo

   Tengo un recuerdo al que suelo acudir como a un oasis en tiempo de sequía. Sería la hora del recreo. Aquella niña de 11 años que yo era se encontraba en la biblioteca. Mi mirada se detuvo en un libro antiguo, casi desencuadernado. En su portada se leía "Poemas de Gustavo Adolfo Becker". Tan solo unas líneas cambiaron mi forma de sentir para siempre. Desde aquel día, esa niña se convirtió en una imagen de debilidad para sus adultos, ausente para algunos triste para otros, quizás demasiado soñadora para los más cercanos.

   Hoy, muchos años después, sigo leyendo ese libro, me introduzco en él y desaparezco. A mi espalda alguien me pregunta qué leo, luego arquea una ceja y dice: "Eso no vale para nada". Entonces rememoro mi día: los quites habituales, el tráfico, la forma de esconder los sentimientos ante los otros como si fuese algo vergonzoso... Ya ni le devuelvo la mirada, solo me siento otra vez una niña entre adultos y me digo: "Volvamos al pasado, a ese amor que quema, a esa paz del recuerdo".

Dolores



Comentarios

  1. Cuando volvemos las fugaces horas
    del pasado a evocar,
    temblando brilla en sus pestañas negras
    una lágrima pronta a resbalar.
    [...]
    EL RECUERDO ES MUY BONITO SIEMPRE QUE SEA PARA MIRAR AL FUTURO. ME HA ENCANTADO, DOLORES...

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  2. ¡Enhorabuena Dolores! Con 59 visitas tu artículo es el más leído de esta semana.

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