Al trantrán, sin necesidad de arriesgar y poner en peligro una victoria que estaba ya cantada, a Carlos Sainz le bastó el sábado llegar noveno a la meta de Córdoba (Argentina) para alzarse con su segundo título del Dakar. Lo tenía atado y no quiso que la fatalidad, compañera suya durante mucho tiempo, volviera a cruzarse en su camino.
Ocho años después de lograr su primer Dakar Sainz se quitó la espina de una prueba en cuyas cinco ediciones anteriores tuvo que abandonar como consecuencia de las averías y los accidentes. Ayer no falló. El Dakar más duro de la historia viene a cerrar la carrera de un piloto que eligió la prueba más difícil para despedirse del circuito profesional. O quizás no: "Voy a disfrutar de esta victoria, luego ya habrá tiempo de ver qué hago en el futuro" Dijo Sainz, inagotable, tras cruzar la meta y brindar por su victoria.
Ocho años después de lograr su primer Dakar Sainz se quitó la espina de una prueba en cuyas cinco ediciones anteriores tuvo que abandonar como consecuencia de las averías y los accidentes. Ayer no falló. El Dakar más duro de la historia viene a cerrar la carrera de un piloto que eligió la prueba más difícil para despedirse del circuito profesional. O quizás no: "Voy a disfrutar de esta victoria, luego ya habrá tiempo de ver qué hago en el futuro" Dijo Sainz, inagotable, tras cruzar la meta y brindar por su victoria.
Dolores
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