Este año estuve buscando un chalet o un piso para pasar las vacaciones de verano por la sierra de Madrid. Miramos varios; pero no se adaptaban a mis condiciones y tenían unos precios demasiado caros. Mi vecina Ofelia me ofreció un piso en Pineda Del Mar. Tampoco había mucho que escoger para esas fechas, teníamos que decidir rápido y como de pronto apareció con su oferta, aceptamos.
Nos fuimos a comprar los billetes deprisa. Al día siguiente nos levantamos a las 5:30 horas porque salía temprano de Atocha el tren que nos llevó a Barcelona. Desde Barcelona hasta Pineda Del Mar, en la Costa Brava, nos llevó un tren de cercanías. La estación pilla muy cerca del piso. Cuando llegamos nos instalamos en el piso y por la tarde nos acercamos a la playa. Buscamos un sitio para guardar la silla porque en el ascensor, que era muy pequeño, no cabía. Conseguimos un sitio muy cómodo cerca a la playa para ir de paseo cuando me apeteciera salir.
En mi primer baño me llevaron al mar y vino una ola que me quitó el bañador. Entonces aparecieron los socorristas de la Cruz Roja y me subieron el bañador. Nos dijeron que tenían una silla anfibia y desde aquel momento ellos me bañaron todos los días. Nosotros les llevamos algo para ellos y nos la pasábamos bomba con todos. Siempre estaban pendientes de mí y cuando yo salía del mar me dejaban en la playa tomando el sol. Solo tenía que levantar una mano y ellos iban para saber que necesitaba o si quería entrar a bañarme otro rato. Me quedaba hasta las 7 p.m. en la playa con ellos y con mi cuidador. De ahí nos íbamos a un bar en el que ya nos conocían y nos tomábamos algo. Después salíamos a dar una vuelta por el paseo marítimo. Cogimos un día, para irnos de paseo, un yate. Para mí fue una de las mejores experiencias, ya que nunca había subido a un yate. El paisaje era alucinante, aprendí además muchas cosas. Fue una mañana muy entretenida, aunque llegué molido.
Por todo esto y por los muchos amigos que dejé allí fueron unas de las mejores vacaciones que he tenido.
Nos fuimos a comprar los billetes deprisa. Al día siguiente nos levantamos a las 5:30 horas porque salía temprano de Atocha el tren que nos llevó a Barcelona. Desde Barcelona hasta Pineda Del Mar, en la Costa Brava, nos llevó un tren de cercanías. La estación pilla muy cerca del piso. Cuando llegamos nos instalamos en el piso y por la tarde nos acercamos a la playa. Buscamos un sitio para guardar la silla porque en el ascensor, que era muy pequeño, no cabía. Conseguimos un sitio muy cómodo cerca a la playa para ir de paseo cuando me apeteciera salir.
En mi primer baño me llevaron al mar y vino una ola que me quitó el bañador. Entonces aparecieron los socorristas de la Cruz Roja y me subieron el bañador. Nos dijeron que tenían una silla anfibia y desde aquel momento ellos me bañaron todos los días. Nosotros les llevamos algo para ellos y nos la pasábamos bomba con todos. Siempre estaban pendientes de mí y cuando yo salía del mar me dejaban en la playa tomando el sol. Solo tenía que levantar una mano y ellos iban para saber que necesitaba o si quería entrar a bañarme otro rato. Me quedaba hasta las 7 p.m. en la playa con ellos y con mi cuidador. De ahí nos íbamos a un bar en el que ya nos conocían y nos tomábamos algo. Después salíamos a dar una vuelta por el paseo marítimo. Cogimos un día, para irnos de paseo, un yate. Para mí fue una de las mejores experiencias, ya que nunca había subido a un yate. El paisaje era alucinante, aprendí además muchas cosas. Fue una mañana muy entretenida, aunque llegué molido.
Por todo esto y por los muchos amigos que dejé allí fueron unas de las mejores vacaciones que he tenido.
A.V.V
GUAU. CUÉNTO ME ALEGRO, ADOLFO. VAYA ¡CÓMO TE LO MONTASTE!
ResponderEliminarMUY BUENA LA EXPOSICIÓN DE ESTA GRAN EXPERIENCIA. MUY BIEN ESCRITO.
ResponderEliminarQue experiencia más bonita y qué bien contada! Dan ganas de ir a conocer Pineda del Mar y ¡¡los grandes profesionales que fueron los socorristas!!
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